lunes, 7 de junio de 2010

EL PORFIRIATO
Conflictos de indígenas y campesinos Andrea Vara López

Hace muchos años, un señor llamado Porfirio Díaz estaba como presidente de una republica. Este señor hizo muchas obras e hiso que avanzara ese lugar, pero hubo un grupo de personas que estaban inconformes con algunas leyes de este señor (Porfirio Díaz), ya que una de ellas era que le gente rica se les diera mas privilegios para ganar dinero, y a la gente pobre que tuvieran menos oportunidades de sobresalir en su economía.
Porfirio Díaz dijo que a los campesinos que tuvieran tierras y no las ocuparan se les fuera arrebatadas, entonces los campesinos entraron en conflicto para recuperar las tierras que les fueron arrebatadas.


La irracional explotación de los recursos del país motivó el tendido de extensos ramales ferroviarios y la creación de una sólida infraestructura de comunicaciones con la tecnología más avanzada de la época, presidida por el telégrafo y el teléfono. Estos instrumentos serían utilizados también para asegurar el control de los grupos sociales menos favorecidos y por lo tanto los más inclinados a pugnar por la transformación del estado de cosas imperante.
Las estructuras económicas promovidas por la administración porfirista estuvieron orientadas a propiciar el saqueo indiscriminado de los recursos naturales y humanos del país, en beneficio de una élite burguesa nacional e internacional. El gran capital amparado por la dictadura se concentró en la explotación del subsuelo utilizando la tecnología más avanzada. La agricultura y ganadería comerciales prosperaron gracias a incentivos como la legislación en materia de terrenos baldíos y al despojo de las tierras pertenecientes a las antiguas comunidades indígenas.


Rebeliones indígenas
Los indígenas se vieron prácticamente imposibilitados para hacer frente al Estado porfirista, fuerte y centralizado. De ahí el carácter esporádico y aislado de los brotes rebeldes. No obstante, hubo excepciones; tal fue el caso de los mayas, los yaquis y los mayos. Dado que en el sureste y noroeste del país la agricultura extensiva fue tardía, las comunidades indígenas de Yucatán y Sonora habían logrado conservar sus tierras comunales, casi como entidades independientes. Durante buena parte del siglo XIX e inicios del XX se mantuvieron en constante rebelión para defender tanto sus tierras como su autonomía comunal. Ante tamaño desafío, el gobierno federal decidió, a través de Bernardo Reyes, entonces ministro de Guerra, someter a los indígenas rebeldes del sureste tomando los centros ceremoniales mayas de Bacalar y de Chan Santa Cruz. Finalizando el siglo XIX, el gobierno porfirista entabló negociaciones con los yaquis para terminar con los levantamientos, pero al reiniciarse éstos en febrero de 1900, el ejército federal tomó un fuerte yaqui en la sierra de Mazacobe, muriendo en combate varios centenares de indígenas y siendo apresados otros tantos. A partir de esta experiencia, el gobierno central decidió deportar a los indígenas para restarles unidad y fortaleza. Entre 1903 y 1907, alrededor de dos mil yaquis fueron forzados a abandonar su territorio y vendidos como esclavos en Yucatán


La agricultura en la época del porfiriato tuvo un desarrollo considerable. Esto se debió básicamente a tres factores: el auge de la minería que generó una mayor demanda de productos del campo, la construcción y funcionamiento del ferrocarril y la exportación de cítricos, trigo, forrajes, algodón y garbanzo a los Estados Unidos, sobre todo al sur de Arizona. Para la expansión de la agricultura fue necesario incorporar nuevas tierras a la producción, para ello, se acometió el proyecto de colonizar y explotar las fértiles tierras de los valles Yaqui y Mayo. Este proyecto había sido concebido desde los tiempos del Gral. Ignacio Pesqueira y finalmente el Porfiriato lo llevó a cabo a través de las famosas compañías deslindadoras, apoyadas en la Ley de Colonización y Deslinde de Terrenos Baldíos de 1883.

Los principales problemas que enfrentó la expansión de la agricultura en los valles del Yaqui y Mayo fue la reticencia de las comunidades indígenas, las cuales, siempre se opusieron a que los blancos les invadieran sus tierras y las defendían rabiosamente. Sin embargo, el gobierno en Sonora siempre tuvo el apoyo del Presidente Porfirio Díaz, quien ordenó el deslinde y división de las tierras de los mencionados valles, con el objeto de repartirlas entre los indígenas y toda la gente que deseara poblar la región. Para ello, envió desde la Ciudad de México a expertos ingenieros para que levantaran la carta topográfica del Yaqui y del Mayo.

El plan de Porfirio Díaz para la repartición de tierras fracasó, pues la mayoría de los indígenas no participaron en el reparto, en virtud de que negociantes sin escrúpulos se encargaron de sembrarles la desconfianza y el temor en el gobierno de Díaz; por lo que la mayoría de los indígenas huyeron a los minerales o haciendas de Ures, Hermosillo y Guaymas, para gusto y beneficio de mercaderes y latifundistas. Obviamente, era al hacendado y al terrateniente a quienes menos interesaba que el indígena tuviera sus propias tierras, porque de esa manera podrían disponer de trabajadores para sus haciendas.

La ganadería se desarrollo con fuerza en Sonora después de la pacificación de los apaches y con la ampliación del mercado norteamericano. Hasta entonces, fue posible incrementar los hatos de ganado vacuno para abastecer tanto la exportación como el mercado generado por la minería. La ganadería producía carne, cuero, caballada y animales de carga y tiro como asnos y mulas para las faenas del campo y el transporte. En los ranchos sonorenses se llevó a cabo una ganadería extensiva y en ella se desarrolló la vaquería como una forma de vida y de relación de producción.
El vaquero era un trabajador permanente en los ranchos y en las haciendas y recibía su paga semanal. Además de los alimentos, tenía derecho a apacentar su propio ganado en terrenos de la hacienda. Los vaqueros disfrutaban de todos estos beneficios porque en los ranchos ganaderos de los Estados Unidos había demanda de trabajo. Además, los vaqueros poseían caballos y con frecuencia portaban armas, por lo que podían moverse con mayor facilidad. Un reflejo de la importancia que adquirió la ganadería en el Sonora porfiriano fue la gran cantidad de propietarios ganaderos que se registraron en el año de 1892, principalmente en el norte del Estado.

La ganadería se transformó y creció conjuntamente con el desarrollo económico general del país. Con el aumento de la población y el crecimiento de las ciudades, la carne y la leche aumentaron su consumo y hubo posibilidades de exportar ganado. Los hacendados mejoraron las razas existentes con la importación de ganado bovino y caballar de alto registro. En el norte, la ganadería alcanzó gran auge y se logró que México exportara a Estados Unidos más de 314 mil reses anualmente
La población indígena a la llegada del porfiriato mostraba un desarrollo heterogéneo. Los apaches y los Seris seguían independientes. Los Pimas Bajos y los Ópatas habían entrado en fuerte mestizaje con los españoles, por lo que su población era mucho menor que la criolla y mestiza. Los Yaquis por primera vez, y como había sido en los tiempos prehispánicos, vivían una completa autonomía económica, política y militar en su territorio: un sueño largamente acariciado. Los Mayos no estaban en la misma situación que los yaquis, pues la colonización en su territorio ya era inevitable.

La época porfirista se caracterizó por la violencia y la rudeza hacia la población indígena de estas tierras. Muchas fueron las injusticias que se cometieron con ellos. En el caso de los yaquis, supuestamente entorpecían los planes de "modernización y progreso", porque defendían sus tierras ante el acoso continuo de la población no-india que quería colonizarlas. Por ello, sufrieron una represión brutal de parte del gobierno. Toda una campaña de exterminio que culminó con las inhumanas deportaciones masivas de familias yaquis a las haciendas tabacaleras de Valle Nacional, Oaxaca, y a las henequeneras de Yucatán, donde eran vendidos como esclavos.

Fue el precio que tuvieron que pagar por defender el territorio en el que habían vivido desde mucho antes de la llegada de los españoles. A diferencia de los Pimas y Ópatas, los Yaquis y los Mayos, aunque éstos últimos sucumbieron primero, mantuvieron una lucha en pro de su autonomía y sus propiedades por más de 100 años. Ello fue posible por la fuerte cohesión social que mantenían las comunidades indígenas que vivían en las márgenes del Río Yaqui. Aquellas comunidades que los jesuitas habían fundado como pueblos de misión, y que al ser expulsados de estas tierras por la corona española en 1769, les habían dejado toda una cultura de organización política, económica, militar y religiosa.


En conclusión me parece que Porfirio Díaz tubo grandes ideas para hacer este país más grande pero algunos de sus métodos eran un poco estrictos y mas con los pobres

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